Los hijos del ‘beat’ Part three
Mientras que Fresh veía Beat Street,
Gerard y su hermano Nick oían música electrónica por primera vez en Radio
Fantasía. “Luis Forero, uno de los dj de la emisora, tocaba los fines de semana
de 8:00 a 12:00. Nos gustó tanto lo que hacía que lo buscamos y nos hicimos
amigos. Cada seis meses, Luis traía vinilos de Estados Unidos y le comprábamos
algunos”, dice Gerard. Su padre, un ingeniero de sonido, les ayudó a conseguir
sus primeras tornamesas, agujas y mixers. Poco a poco, gracias a los vinilos que
importaban y a los que conseguían en tiendas como Fame, en Unilago, amasaron
una importante colección de la más reciente música, que cada vez se
distanciaban más del disco.
Dj fresh
A comienzos de los
ochenta empezaba a nacer un nuevo sonido en Estados Unidos. En Belleville, un
pueblo al sur de Detroit, Juan Atkins, Derrick May y Kevin Saunderson, tres
amigos afroamericanos de clase media, entran en contacto con Kraftwerk y otras
bandas electrónicas europeas. Para distanciarse de los ritmos del gueto,
se dedican a experimentar con esa música, pero adaptándola al contexto de
Detroit, una ciudad industrial, mecánica, ruda, golpeada por la recesión. De
sus manos surge el techno. Mientras tanto, en Chicago, del otro lado del
lago Michigan, la comunidad negra gay rescata los sonidos del disco y los
fusiona en rumbeaderos como The Warehouse y Musicbox con ritmos de batería y
con géneros como el funk y el soul, creando el house, un
género en el que se extraían las mejores partes de las canciones y se mezclaban
para generar la máxima cantidad de energía posible en los clubes
.
DJ Mateuxx
Vectorecords 2.0
Cuando se acaba esa década ya había una nueva
cultura musical que se había esparcido por todo el mundo. En 1990 Gerard abre
Cinema, una de las primeras discotecas de la escena electrónica bogotana. “Cinema
arrancó como un bar gay que combinaba pop británico y dance. Luego, gracias a
las sugerencias principalmente de extranjeros, se convirtió en un espacio
exclusivamente de electrónica adonde iban a rumbear algunas de las
personalidades más importantes de la vida nacional”, asegura. De la nada
empiezan a aparecer, no solo en la capital, sino en varias ciudades de
Colombia, clubes y establecimientos de house, techno y más
adelante trance.
DJ JayWay
Mientras tanto, en 1991, Dani Boom, entonces de 15
años, aterriza en Irlanda para estudiar guitarra clásica. Sin embargo, a través
de la bbc y de programas de radio se percata de un nuevo sonido que tenía a
Inglaterra como epicentro: el acid house, el eslabón entre
el house y el techno. Esa música hacía parte de la recién
formada escena rave, un movimiento –propulsado por el consumo de éxtasis– que
funcionaba como la antítesis de los clubes exclusivos y formales. En vez de
cobrar por la entrada y tener listas de invitados, el rave proponía
espacios informales de baile, como bodegas desocupadas, bosques o hangares de
aeropuertos. Boom entra en contacto directo con esas fiestas en 1994 y con
varios amigos decide importar esa escena a Bogotá. “En las fiestas le
entregaban a uno el panfleto de la próxima. Era muy underground”, recuerda
Gonzalo Rodríguez, programador musical de la franja electrónica de Radiónica.
DJ Alexa
En esa época, a mediados de los noventa, despega y
se consolida la carrera musical de los tres: Boom, de la mano de varios
colectivos arma rumbas clandestinas en La Candelaria, las faldas de Monserrate
y el norte de Bogotá, después funda el Festival Bogotrax y se une a Systema
Solar, grupo que mezcla música electrónica con ritmos autóctonos y que ha sido
aplaudido internacionalmente; Fresh, con sus mezclas eclécticas, se vuelve un
referente tanto en las discotecas como en el mundo del rap bogotano, en el que
les mezcla a bandas entonces emergentes como La Etnia y Gotas de Rap. Más
adelante incursiona, como Boom, en sonidos colombianos y apadrina a varios break
dancers del sur de Bogotá; y Gerard, por su lado, convierte a Cinema
en uno de los clubes más importantes de la ciudad y se dedica a traer a dj de
talla mundial, como Sasha y Carl Cox.
Cada uno, a su
manera, ha sido clave para que hoy la capital sea un referente de la
electrónica en América Latina. Al igual que muchos otros personajes, los tres
le entregaron su vida a un género que con el paso del tiempo se ha convertido
no solo en una escena importante, sino también en una cultura que define, quizá
mejor que cualquier otra, nuestra modernidad. “A veces todavía saco los bafles,
la tornamesa y me pongo a tocar en la séptima los domingos. Nadie le paga a uno
por hacer cultura. Se hace si a uno le gusta. Y de eso se trata”, asegura
Fresh, justo antes de salir por el portón verde de su conjunto en el centro de
Bogotá.